enero 03, 2008

Ventana

Mientras ella lloraba en la mesa de un bar, desde de un estante en la barra el flaco decía no corras mas quedate hasta el alba; la ironía de pensar que sus ojos se mojaban y aquellos quien sabe.
Las palomas se invitan a la mesa, y ella con su espejo frente ve el mismo llanto y no las lágrimas. El espejo responde y lagrimea también. Cuesta romper el cristal como gota inmóvil.
Al salir del país del espejo rellena de miradas el mundo sin encontrar su momento, los hombres son todos clientes, maridos, amantes, empleados.
No hay café ni medialunas en la mesa, solo rastros de un papel que quizá fueron ojos, o lo será ya que encierra sus lágrimas. El calor afuera, el frío en el vaso. El tiempo estalla en recuerdos del bien, del mal, del día, de las noches.
Ella se mira la nuca buscando el descanso de ojos con sueños.
Ella no es mas que ella misma sentada a la mesa en que todos comen y esperan su sal.