enero 07, 2009

no me digas que no sabes

Nunca agarraste el tarrito de lata, metiste papeles y prendiste un fueguito mientras mirabas como todo se consumía. Porque eso no se hace, eran los malos que nos obligaban, era el tiempo que no tenia pasado ni presente.
Es el fuego que olvida todo, que todo quema y olvida.
Los ojos arden y ves la llamitas flamear. La mirada se va en un punto fijo, en el claro mas caliente, y escuchas crujir las hojas. Las mandíbulas apretadas junto al llanto queriendo olvidar el acto (los, las, les, lololo, lalala); entonces recordás porqué, que la magia se esfumó cuando el mago salió de escena. La risa llana, y los ojitos brillosos ya no están mas.
De repente mirás para abajo, sentís que alguien te tira de la remera insistentemente. Ahí mismo hablas de los colores, son los primeros que llegan y nunca se van. La vida gris es difícil de llevar, es un camino donde la risa no se haya sin que sean sornas de tu andar medio vago. Ojos grandotes siguen mirando desde abajo. Aparecen los brillos que acompañan los colores, caen, los vemos caer, envolver de brillos las sorpresas.
No sabes como pero te hiciste cargo de la magia. Otra ilusión tiene patas cortas y ojos grandotes. Y no vaya a ser cosa que termine en 3 reyes que andaban por el desierto, o un gordo que trae regalos. Hablemos de la magia, del brillo de colores que nos juega de sol cuando todavía tememos a la oscuridad.

a capa y espada
a flor de piel
en cuerpo y alma
en carne viva


o se ama para siempre, o se pierde todo