Las oleadas van y vienen, son gritos cansados de años de costumbrismo. Los espíritus sollozan sabiéndose engañados por ellos mismos, pero las caretas de hierro son repartidas al por mayor. Yo mas fuerte, yo valiente, yo carente... yo ausente.
Antes, después, ahora, todo igual, todo siempre se impregna en la piel, y los teléfonos son testigos de la jornada de disfraz
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