Llegó el primer natalicio y la virgen juraba que era hijo de Dios. Las películas de terror se hicieron costumbre de a poco, y un 30 nos dijo que faltaba un día para el año y unos cuantos faltarían a la mesa.
Lazos, cintas, manos calientes.
El helado se derretía en el cucurucho, las promesas de viajes se iban hilando hasta que la bocha cayó al suelo y no hubo quien se haga cargo. Trapo, balde, agua; a limpiar.
Llenamos la mochila con lo necesario y empezó el viaje, sin rumbo alguno pasamos todas las estaciones. Celebrando el 17, otra vez.
un.monton.de.números.que.se.pueden.contar.
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