noviembre 16, 2008

La vi irse a través de las paredes de vidrio. Cruzaba las columnas, llevaba una sonrisa de oreja a oreja y una carpeta en la cabeza. El camino duró meses. Silencios enormes para aprender a escuchar el mas tibio susurro, lazos, cintas, manos calientes y el verano explotaba en todas las ventanas, los rayos se filtraban para terminar.
Llegó el primer natalicio y la virgen juraba que era hijo de Dios. Las películas de terror se hicieron costumbre de a poco, y un 30 nos dijo que faltaba un día para el año y unos cuantos faltarían a la mesa.
Lazos, cintas, manos calientes.
El helado se derretía en el cucurucho, las promesas de viajes se iban hilando hasta que la bocha cayó al suelo y no hubo quien se haga cargo. Trapo, balde, agua; a limpiar.
Llenamos la mochila con lo necesario y empezó el viaje, sin rumbo alguno pasamos todas las estaciones. Celebrando el 17, otra vez.

un.monton.de.números.que.se.pueden.contar.

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