Tus pies en la tierra me animaron a la poesía de una niñez repentina. La luz de mi dormitorio te llevaría por cualquier pasaje anochecido.
Entonces decidimos hacernos bien desde el momento que tocaste el timbre y yo decidí abrir la puerta.
Del delirio hasta la risa y apoyarse para ser.
Sigue sin saber.
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