mayo 12, 2009

I

Una patada en el pecho, una excusa en que pensar, un bombo que suena y te hace saltar en grave. El tiempo cuenta el mes cinco, la transición. Las palabras se atorbellinan en los labios, en la mente. A los bolsillos de nuevo. Un relato corto, dura lo mismo que esperar el colectivo, o que el viaje mismo. Una historia que se cuenta todos los días en las miradas de nosotros; y los que no nos vemos nos imaginamos, y resulta que nos contamos lo mismo, nos ayudamos con los deditos.
Es la carta que aparece bajo la puerta, el viento que mece la hoja, la sonrisa después del piropo, y mucho más de eso que nos hace tanto bien.

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